MIS LIBROS FEMDOM

29 enero 2016

Los no-sumisos que creen serlo


Una de las cosas que más me chocan es cuando llega un supuesto sumiso y, a los cinco minutos, me doy cuenta de que es una simple etiqueta que ha decidido ponerse él, porque no encaja en otro sitio y cree que así conseguirá lo que quiere. Veamos unos ejemplos y lo que yo respondería en cada caso.

Soy sumiso porque...
...Me gusta vestirme de mujer.

Ah... ¿y? Si te parece humillante, eres un machista en el fondo. Si te sientes más guapo, me parece muy respetable, aprovecha los carnavales a fondo, pero si te llamas sumiso pensando que desentonarás menos en ese ambiente, tal vez te sorprenda que haya Amas (como yo) que no sentimos interés por esas cosas.

...Me gusta lamer pies, botas, axilas, culos, coños.
Pues pídele a la próxima que te lleves a la cama que te haga el favor de dejarse lamer, y a cambio, por supuesto, hazle lo que ella quiera, incluido hacerte pasar por un macho alfa.

...No me gusta tener que parecer un macho alfa.
Pues hay soluciones intermedias, no todas las mujeres buscan uno de esos pero tampoco quieren un sumiso.

...Me gusta que me sodomicen.
A ver desde cuándo una práctica suelta te convierte en sumiso y a ver cuándo el sexo anal en un hombre deja de verse como algo humillante y reservado al terreno gay.

...Me gustaría ser castrado, torturado sin piedad, que vendieran mis órganos, etc.
Vete al psiquiatra.

...Me gusta que mi Ama/novia/pareja/cualquier mujer se lo monte con otro delante de mis narices.
Como todo en esta vida, hay un roto para un descosido, así que ve y encuentra a esa mujer que crea que ser Ama consiste en sentirse una puta gratis. Y si la idea procede del sumiso o de la pareja vainilla del “ama”, pues ya poca duda queda sobre quién “manda” realmente ahí.

...Me gusta el sado.
Y a mí me gusta nadar en el mar y no voy diciendo que soy criadora de lechugas moradas... Qué tendrá que ver.

...Me gusta ser humillado, sobre todo porque tengo el pene como una avellana.
Ahí lo tienes fácil, porque la mayoría de mujeres cree que eso es lo peor que le puede pasar a un hombre y casi todas se van a reír y a burlarse sin problema.

...Me gusta que me pongan un dispositivo de castidad.
Déjame adivinar... Cuando a ti te venga bien, ¿verdad?

Me gusta ver porno femdom.
Pues sigue haciéndote pajas así hasta el día del Juicio, porque ten en cuenta que en la vida real no puedes darle al replay ni nada puede competir con la infinita oferta de la red, y créeme, así te ahorrarás la frustración de no poder controlar TÚ lo que ocurra.

...Me gustan las mujeres dominantes.
Y a mí me gustan los caballos, pero eso no me convierte en una yegua.

...Me gusta que me hagan sentir como una putita.
Si eso es para ti el colmo de la degradación, aléjate de mí, so machista.


Obviamente, todo lo que empiece por “me gusta”, ya va dejando claro qué clase de “sumiso” tenemos ahí.

Y claro, luego le preguntas al presunto sumiso si le gusta obedecer, ser controlado, o incluso, ojo, ir al cine con esa mujer a ver lo que ella decida, y le falta tiempo para decir “uy, no, no, eso ya son palabras mayores...”
Si a todo eso añadimos el hecho frecuente de que le sirve cualquier escoba con falda, ya vamos viendo que, de sumiso, poco. Si, además, lo del componente mental en esto le suena a ciencia ficción, ya podemos imprimir en letras rojas “falso sumiso” y pegárselo en la frente.

Bueno, pues por terminar con un apunte positivo, para que alguien parezca de entrada un sumiso real, debería decir (pero porque sea cierto) algo como:
Soy sumiso porque disfruto complaciendo a mi Ama, porque su disfrute es el mío, porque, dentro de la compatibilidad, se hace lo que ella decide, cuando y como ella quiera.

Oye, parece evidente y fácil, ¿no? Pues no me llega ni UN mensaje en esa línea, y si llegó alguno, fue de un lobo disfrazado de cordero, o sea, de un no-sumiso fingiendo ser un sumiso de verdad.

23 enero 2016

Así es mi hombre (sumiso) ideal

Decía el otro día que busco un caballero, pero la cosa no queda ahí, así que sigo lanzando el mensaje al universo a ver si me escucha, y a ver si los rasgos sueltos que encontré en algunos sumisos en el pasado se reúnen en una sola persona.

Lo que sigue a continuación te sonará a chino si eres un adicto al femdom porno de Amas malísimas de manual y sumisos menos valiosos que un peine para un calvo, así que puedes ahorrarte leerlo. Para mí la Dominación Femenina no es una excusa para rebajar a ningún hombre, sino para tratar de elevarlo por encima de sí mismo. Así que, ¿cómo es mi hombre ideal?

Es ante todo una persona íntegra, cabal, honesta... una buena persona, vaya. A partir de ahí, es un hombre que me atrae, por su aspecto y por su forma de ser. Si es como el de la foto, mejor, que a nadie le amarga un dulce, y tengo debilidad por hombres un poco “aniñados”. Si ese mismo me llega con pose de tipo duro, se me desinfla el interés; me gusta ese punto de candor, de no perder el contacto con el niño interior, por decirlo de alguna manera. No busco un adonis, ya digo, pero como mínimo no debe empeñarse en sacarse el peor partido posible. Y sus hábitos deben ser saludables. No me refiero a que corra la maratón cada semana o que coma todo bio, me basta con que no se atiborre de comida basura ni sea un adicto a nada. Quiero que mi propiedad esté en las mejores condiciones posibles, qué menos que cuidarse, por él, y para mí.


Bueno, pues ya con eso, por desgracia, caen muchos en el corte, y es una pena porque se trata de aspectos que se resuelven con fuerza de voluntad. Pero claro, lo de esforzarse por algo en la vida a algunos ni les suena, y quieren una relación femdom caída del cielo... Luego está la forma de ser, y ahí el tema es más complicado. Si su carácter no casa con el mío, hay poco que hacer. Me gusta el humor, la inquietud intelectual, la capacidad de disfrutar con poco y de no angustiarse sin motivo, etc. Si me llega un cortito de mente, un seco-antipático, un quejica y similares, pues tampoco me interesa conocerlo más a fondo.


¿Y como sumiso?... Veamos. Es simple, eh, a pesar de las tropecientas entradas que tengo acerca de lo que NO quiero. Compatibilidad sexual aparte (feminización y cornamentas, no, gracias), se trata de algo tan simple como que él disfrute dejando las riendas de la relación en mis manos, tratando de complacerme en cada momento o al menos procurando no hacerme la vida más complicada por su culpa, y en resumen, que esté feliz de someterse a mis decisiones y de entregarme su confianza desde la seguridad de que solamente busco que saque su mejor versión, para mí, para él y por consiguiente para nosotros. No lo veo como una doma forzada, lo veo más bien como una supervisión, un control positivo, un deseo de mejora en resumen. Y yo también quiero mejorar dentro de la relación: debo mejorar para que se sienta cada vez más orgulloso de servirme, tengo que ser ese modelo hacia el cual mire con admiración, respeto y, por supuesto, deseo.


El hombre que quiero a mi lado sabe integrar su sumisión y nuestra relación femdom en su vida de manera natural. No me perderá el respeto si necesito acurrucarme entre sus brazos en un día de bajón, ni esperará que sea su máquina de cumplir fantasías sin parar, sabrá estar a la altura de cada circunstancia, siendo igual de feliz cuando es mi objeto sexual que cuando es mi cómplice y mejor amigo en cualquier momento cotidiano.

Por detallar aún más, daré alguna otra pincelada. Quiero un hombre con la suficiente madurez mental como para tomarse las cosas con su debida importancia, sin zafarse de temas serios ni ahogarse en un vaso de agua; que sepa dialogar de manera constructiva en vez de tratar de defender su maldito ego a toda costa; que vea en las dificultades un reto para mejorar en vez de como un motivo para tirar la toalla; alguien que no se pierda en mil dudas y pajas mentales que me llevan a mí a perder un valioso tiempo; alguien que se vaya o se quede, pero que no se pare en la puerta porque estorba; y en resumen, alguien cuyo lema sea “querer es poder”.


Si eres así, yo te daré la fuerza que te falta para llegar desde el “quiero” al “puedo”, porque confiaré en que serás capaz de sacar todo lo valioso que llevas dentro, porque quiero que me lo entregues, que yo lo cuidaré como lo que es: un valioso tesoro que alimentaré para que siga evolucionando hacia un cielo que no tiene límites... como ocurrirá con nuestra relación.


Dicen que el primer paso para lograr algo es visualizarlo, de manera que eso he hecho. A ver qué tal. 

15 enero 2016

Un sumiso es un caballero


Estaría bien poner en un apartado algo así como “Perogrulladas femdom”, o la etiqueta “conceptos básicos”, porque algunos fallan más que una escopeta de feria en temas primordiales. Como también me dicen que me fijo más en lo que no quiero que en lo contrario, aquí va una muestra de lo que busco: un caballero, pero uno de verdad, no de pacotilla como este.


No todos los caballeros son sumisos, por supuesto, pero es imperdonable que un sumiso no sea un caballero. Parece lógico, ¿no?... Pues de eso nada. Perdí la cuenta de los casos de falta de, no ya de caballerosidad, sino de simple educación y cortesía. Pero claro, si a uno le pica la entrepierna con una serie de fantasías, eso no significa que vaya a darle un trato correcto a la mujer que él CREE que se la va a cumplir. Yo me pregunto si alguna tirará para adelante con uno de esos besugos maleducados. Tal vez algún día sus medio neuronas sirvan para algo y se den cuenta de que ese método no es el más correcto para acercarse a una mujer; lo de que sea dominante, sumisa o monja lo dejamos en segundo plano, porque se trata de eso, del trato de persona a persona lo que falla estrepitosamente casi siempre, de cegados e impacientes que están por que los empiecen a dominar cuanto antes...

Y no me refiero a soltar tres frases de manual o sostener la puerta mientras paso, es una ACTITUD mucho más amplia. Pero de donde no hay no se puede sacar, y si el tipejo es un pasota, un niñato, un golfete, o puntos suspensivos, no puedes esperar que cambie por arte de magia cuando esté tratando con una mujer dominante, ya que ella debería darle lecciones de educación básica antes de poder dominarlo. Por poner un ejemplo, si un hombre enseguida se enfada, pierde la paciencia, es demasiado susceptible y, en resumen, si tiene mucho ego o una “piel muy fina”, no habrá dominación que lo meta en cintura, porque antes necesita una reprogramación del cerebro.


Hay mil detalles que delatan a un tipo de estos, desde dejarte colgada en mitad de una charla a pasear contigo tres pasos por delante haciéndote sentir lo menos importante en su vida en ese momento. Algunos más: falta de modales puros y duros, como escupir en el plato algo que no gusta (no me lo invento), no cuidar la higiene corporal, comportarse como un energúmeno al volante, reírse a destiempo... Y sobre los que contactan por internet, qué vamos a contar, ejemplos hay muchos, pero así que se me ocurran de repente, estarían estos:

-No dar las gracias cuando te molestas en responder un mensaje, y dar la callada por respuesta cuando dices claramente que ves una incompatibilidad de partida insalvable


-Remarcar cualquier esfuerzo que hace en su camino hacia conocerte y repetirlo bastante, para que te quede claro que está sacrificando por ti su preciado tiempo o dinero: “uf encima que instalo este programa de chat para hablar con usted” (sí, no me cabe duda de que te salió una hernia del esfuerzo), “no me ha importado pagar el billete de tren” (claro, por eso mismo me lo refriegas por la cara, ¿no?), “he dejado de salir con mis amigos por hablar con usted” (¿y...? ¿acaso eso no es un privilegio para ti?...), etc etc etc


-Insultar. Sí, por increíble que parezca, hay sumisos que dicen de boquilla estar deseando someterse y de repente te llaman tonta o baja o vieja; claro que esto pasa por darle oportunidad a niñatos veinteañeros que ven viejas a las mayores de 30, o a chulitos que sueltan eso de “no seas tonta” a cualquier mujer y no saben ver que es un insulto en toda regla, o a hombres que pasan del metro noventa y no se dan cuenta de que el problema es que ellos son demasiado altos.


-Acosar. Esto es otra cosa que parece increíble, pero no hay otro nombre para ese sumiso cansino hasta la náusea que sigue insistiendo tras dejarle cristalinamente claro que no te interesa, porque lleva incrustado en los genes que el hombre solamente tiene que insistir ya que una mujer se hace la difícil y no hay presa inalcanzable para un macho en cacería.


-Burlarse. Más de lo mismo. Si no respetan lo que buscas te dirán algo así como “qué pasa, ¿que no te van los novatos/ abueletes/ jovencitos de 18/ x?”. Pues mira, no, no me van y estoy en mi pleno derecho de descartar a alguien por el motivo que sea. Ya sé que tú no eres nada selectivo y te sirve una escoba con fusta, pero para mí esto no funciona sin una conexión más profunda.


Ahora bien, el gustazo de ignorar a estos personajes da un subidón que ni te cuento. Eso sí que es experimentar poder a lo grande. Tus gilipolleces no pueden traspasar mi barrera... Wow, es casi orgásmico, en serio. 

10 enero 2016

No quiero un (simple) esclavo sexual


Supongo que os resultará un poco decepcionante comprobar que pasa año tras año y no anuncio que encontré a mi sumiso complementario. Más me fastidia a mí, jajaja. No, a ver, que quería hablar de algo serio... No cuento a quién conozco o dejo de conocer porque es mi vida, y no la aireo por internet, pero digamos que la cosa ha quedado desde hace tiempo en “candidatos a”. ¿Los motivos? De todo un poco: falta de feeling, circunstancias (maldita distancia), miedo/dudas/paranoias varias por parte del sumiso, etc. Y luego está el caso de los que buscan sumisión sexual a secas, que se cuentan por cientos. Y de eso voy a hablar.


Ya comenté que no me interesa el concepto de esclavo, aunque sea en el ámbito bdsm. Un ser que se ofrece como un trapo sin iniciativa no me aporta nada de nada. Otra cosa distinta es en el terreno sexual. Ahí me pone muchísimo usar y abusar del sumiso, siempre dentro de la cordura y la sensatez. Pero... que alguien se quiera quedar en ese punto, me resulta hiriente e incluso ofensivo, aunque no sea su intención ni pueda concebir que me sienta así. Voy a explicar por qué me produce ese efecto.


Respeto y comprendo a los que quieren ser esclavos sexuales y punto, y entiendo que no quieran o no estén preparados para dar otro paso más, pero espero el mismo respeto por parte de ellos. Mi sexualidad funciona como funciona, y no me muevo en el terreno convencional. Nunca lo hice. Algun@ me llamará disfuncional, pero es lo que hay. Y no creo en la disfuncionalidad, opino que somos demasiado divers@s como para tener que encajar tod@s con la postura del misionero con la luz apagada. Por tanto, no juego a ser dominante en el sexo, es que me sale así, y si no, me quedo fría. Es decir, todo esto de la Dominación Femenina, en mi caso, es mi forma de sentir y excitarme, y entonces, si me llega un hombre y me dice: “me interesas, pero me quedo con la parte sexual en exclusiva”, eso equivale a que le diga a una vainilla: “mira, chica, me pones un montón y no me cansaría de follar contigo, pero no quieras salir de la cama porque el resto me resbala”. Y todo eso dando por sentado que ella no disfruta precisamente sintiéndose un objeto sexual... ¿Se me entiende?... Pues eso, que no soy el objeto sexual de nadie ni me apetece cumplir fantasías sexuales en sesiones sueltas que me dejan vacía, fría y con la sensación de ser yo la utilizada en el fondo, por mucho que desde fuera parezca que usaron al sumiso.


¿Que soy humana y tengo momentos de calentón? Claro, no soy de piedra, pero SIEMPRE he sentido una conexión personal en esos casos, porque lo necesito para sacar mi dominación, la sexual incluida, por supuesto; otra cuestión es que dicha conexión fuese más espejismo que realidad, pero de partida lo sentía así. En cualquier caso, tengo mucho más claro lo que no quiero que lo que quiero, y aunque me haya dado un revolcón femdom de vez en cuando con alguien, eso no significa que pierda el norte y me conforme con que busquen esa faceta mía; sería un desperdicio teniendo en cuenta todo lo demás que tengo para ofrecer, eso sí, a la persona adecuada que se complemente conmigo y que me vea como mucho más que un Ama.

Porque soy mucho más que un Ama. Y lo siento por el que no sepa verlo.

01 enero 2016

Mi libro de Relatos Femdom 1

(Disponible en a m a z o n)

Bueno, pues tras desearos un estupendo año nuevo, os comento que esta es la sorpresa que comenté: un libro de relatos, de mi puño y letra, claro. Incluye los 4 que ya han aparecido gratis por aquí en época navideña, más 6 nuevos, y también he incluido los mini relatos míos que metí en algunas entradas, para que los tengáis todos reunidos. De nada :D

Espero que se me sigan ocurriendo otras historias, así que por eso lo he titulado Relatos femdom I. Estos nuevos relatos parten de ideas que me han ido llegando en los momentos más inesperados, y no es que sean autobiográficos en sentido estricto, aunque algo se cuela siempre de mi manera de entender y sentir la Dominación Femenina. Pero mejor los comento uno por uno, y así os entran las ganas irrefrenables de leerlos :D

1- El chico del súper
Hay ciertos trabajos que dan para mucho a la hora de imaginarlos en otro contexto, como el empleado de zapatería que incluso te prueba el zapato rodilla en tierra, el camarero atento, y en general cualquiera que trabaje de cara al público y sea, o parezca, especialmente servicial. Yo estuve durante mucho tiempo cambiando miraditas con un chico de un supermercado cercano en mi adolescencia, y la cosa no ha parado a lo largo del tiempo; quiero decir que siempre ha habido alguno que me ha echado el ojo (ya no les regalo miraditas jaja) y que tiene gestos “sospechosos”. Y de todo eso sale este relato.

2- El joven sumiso
Ya sé que les suelo dar “caña” a los yogurines, pero no es por la edad sino por la inexperiencia y la cara dura que suelen tener, aunque no es algo exclusivo de ese tramo. Lo que ocurre es que una fantasía es una fantasía y yo no me libro de fantasear sin planearlo, así que cierto día estaba parada en un semáforo con el coche y vi a un chico cerca que... Aunque mejor lo cuento mediante el relato, pero pista: me dieron unas ganas tremendas de “secuestrarlo” y llevármelo para usarlo un rato, jajaja.

3- El jefe sumiso
Nunca me ha hecho gracia tener jefe, es algo que me sienta fatal. Puede que al principio, cuando no tenía experiencia laboral, lo llevase algo mejor, pero incluso así, cuando alguno me daba órdenes, fantaseaba con que se tragase sus palabras una por una. Cuando fui tomando experiencia ya fui defendiendo mi terreno mejor, hasta el punto de que alguno hasta me pedía las cosas por favor, haciendo mucho hincapié en lo del favor. Y bueno, este relato surge de ese tipo de fantasías.


4- La profesora
Esta es una de las fantasías masculinas sumisas por antonomasia: la profesora estricta que los pone firmes. A algunos incluso les viene el tema desde que en la infancia estuvieron marcados por una mujer así. Yo reconozco que no tengo paciencia para ser mentora de un sumiso, que sería lo más parecido a eso dentro de la Dominación Femenina, y los novatos me sacan fácilmente de mis casillas, así que no me reconozco demasiado en ese papel. Pero así y todo escribí un relato sobre el tema hace tiempo, y pensaba incluirlo en mi primera novela femdom, Despertar sumiso, pero al final no encajaba en la trama y lo dejé aparte. Así que de ahí sale este otro.

5- La jefa
Poco que comentar sobre el tema de este relato. La idea de ser la jefa no es algo que me desagrade en absoluto y lógicamente da para muchas situaciones interesantes.

6- Prisión de esclavos
Si conoces mi blog, sabrás que el tema de la supremacía femenina me produce una mezcla de risa, pena y arcadas. En este relato me sitúo en un hipotético futuro en el que ganan la batalla las supremacistas, doblegando a toda la población masculina, que pasa a ser un grupo de esclavos enjaulados al servicio de las mujeres. Y estoy convencida de que, por mucho que se intentase uniformizar al género humano, es imposible lograr la total renuncia a que cada persona sienta y sea como le dé la real gana. Aparte de eso, ¿qué ocurriría entre una mujer que se saliera de la norma supremacista y su esclavo...? Pues para saberlo tienes que leer el relato, claro :)

Si todavía no has leído la historia de la chica que seduce a un monje especialmente tímido y sospechosamente sumiso, no sé a qué estás esperando :D


Nunca se habla de que exista el equivalente femenino de Papá Noel. Aparte de echarle la culpa al machismo, yo tengo la teoría de que si existiera, tendría que ser toda una auténtica Ama, y eso es lo que cuento en este relato.


Este relato sí es autobiográfico al 90%, y puede que te estés enterando ahora en el caso de que lo leyeses sin mirar los comentarios o que no estuvieses atento a mi concurso veraniego, y narra una primera relación sexual en la que no ocurre nada de lo que convencionalmente era de esperar.


Y este lo tenéis reciente, así que nada que añadir.


Los mini relatos son estos cinco:
Fábula de la incomprensión social

Este vino a cuento porque había un comentarista (vainilla o maledom o vete tú a saber qué...) bastante pesado con no querer entender esto del femdom, así que le dediqué la fábula, a ver si así lo pillaba.

Una carta que escribí a mi sumiso por llegar, y que sigue vigente, visto cómo está el patio:

Y tres más en los que me metí en las botas del típico falso sumiso egoísta (al que bauticé como sumisito perfecto) que se queja de no encontrar al Ama que, por supuesto, no merece:

Me pido una Ama


Por cierto que tengo material para escribir una especie de “aventuras de un mal sumiso en busca de Ama”, con el que seguro que me iba a reír a carcajadas al escribirlo, pero no creo que de momento tenga tiempo. Por ahora sigo coleccionando anécdotas y ya veremos qué pasa.

¿Qué me atrae en un sumiso?

Aunque ya expliqué aquí lo que busco en un sumiso, voy a especificar un poco más. Lo que voy a comentar no es una guía de lo que debe hacer...