Una de las cosas que más me chocan es cuando llega un supuesto sumiso y, a los cinco minutos, me doy cuenta de que es una simple etiqueta que ha decidido ponerse él, porque no encaja en otro sitio y cree que así conseguirá lo que quiere. Veamos unos ejemplos y lo que yo respondería en cada caso.
Soy sumiso porque...
...Me gusta vestirme de mujer.
Ah... ¿y? Si te parece humillante, eres un machista en el fondo. Si te sientes más guapo, me parece muy respetable, aprovecha los carnavales a fondo, pero si te llamas sumiso pensando que desentonarás menos en ese ambiente, tal vez te sorprenda que haya Amas (como yo) que no sentimos interés por esas cosas.
...Me gusta lamer pies, botas, axilas, culos, coños.
Pues pídele a la próxima que te lleves a la cama que te haga el favor de dejarse lamer, y a cambio, por supuesto, hazle lo que ella quiera, incluido hacerte pasar por un macho alfa.
...No me gusta tener que parecer un macho alfa.
Pues hay soluciones intermedias, no todas las mujeres buscan uno de esos pero tampoco quieren un sumiso.
...Me gusta que me sodomicen.
A ver desde cuándo una práctica suelta te convierte en sumiso y a ver cuándo el sexo anal en un hombre deja de verse como algo humillante y reservado al terreno gay.
...Me gustaría ser castrado, torturado sin piedad, que vendieran mis órganos, etc.
Vete al psiquiatra.
...Me gusta que mi Ama/novia/pareja/cualquier mujer se lo monte con otro delante de mis narices.
Como todo en esta vida, hay un roto para un descosido, así que ve y encuentra a esa mujer que crea que ser Ama consiste en sentirse una puta gratis. Y si la idea procede del sumiso o de la pareja vainilla del “ama”, pues ya poca duda queda sobre quién “manda” realmente ahí.
...Me gusta el sado.
Y a mí me gusta nadar en el mar y no voy diciendo que soy criadora de lechugas moradas... Qué tendrá que ver.
...Me gusta ser humillado, sobre todo porque tengo el pene como una avellana.
Ahí lo tienes fácil, porque la mayoría de mujeres cree que eso es lo peor que le puede pasar a un hombre y casi todas se van a reír y a burlarse sin problema.
...Me gusta que me pongan un dispositivo de castidad.
Déjame adivinar... Cuando a ti te venga bien, ¿verdad?
…Me gusta ver porno femdom.
Pues sigue haciéndote pajas así hasta el día del Juicio, porque ten en cuenta que en la vida real no puedes darle al replay ni nada puede competir con la infinita oferta de la red, y créeme, así te ahorrarás la frustración de no poder controlar TÚ lo que ocurra.
...Me gustan las mujeres dominantes.
Y a mí me gustan los caballos, pero eso no me convierte en una yegua.
...Me gusta que me hagan sentir como una putita.
Si eso es para ti el colmo de la degradación, aléjate de mí, so machista.
Obviamente, todo lo que empiece por “me gusta”, ya va dejando claro qué clase de “sumiso” tenemos ahí.
Y claro, luego le preguntas al presunto sumiso si le gusta obedecer, ser controlado, o incluso, ojo, ir al cine con esa mujer a ver lo que ella decida, y le falta tiempo para decir “uy, no, no, eso ya son palabras mayores...”
Si a todo eso añadimos el hecho frecuente de que le sirve cualquier escoba con falda, ya vamos viendo que, de sumiso, poco. Si, además, lo del componente mental en esto le suena a ciencia ficción, ya podemos imprimir en letras rojas “falso sumiso” y pegárselo en la frente.
Bueno, pues por terminar con un apunte positivo, para que alguien parezca de entrada un sumiso real, debería decir (pero porque sea cierto) algo como:
Soy sumiso porque disfruto complaciendo a mi Ama, porque su disfrute es el mío, porque, dentro de la compatibilidad, se hace lo que ella decide, cuando y como ella quiera.
Oye, parece evidente y fácil, ¿no? Pues no me llega ni UN mensaje en esa línea, y si llegó alguno, fue de un lobo disfrazado de cordero, o sea, de un no-sumiso fingiendo ser un sumiso de verdad.