MIS LIBROS FEMDOM

21 agosto 2023

El hombre perro

 Y cuando crees que lo has visto todo, vas y te topas con noticias como esta.

 


En las fotos no se aprecia, pero en los vídeos que hay por la red se nota que eso no es un perro sino un disfraz. Debajo hay un hombre, japonés para más señas, que ha pagado más de 14.000 euros (precio del disfraz) por cumplir su sueño de toda la vida: ser un perro.

Igualmente se podría haber disfrazado de Pokemon, pero, como es obvio, no pude evitar ver las posibles connotaciones femdom a todo esto. Y por eso traigo la noticia por aquí. ¿Qué opino? ¿Cómo me sentiría yo si tuviera un perro de este tipo? Acerca de cómo se sentirían ellos, habrá de todo. Cuando subí la foto a mi Instagram, alguien dijo que le atraía ser tratado como un perro, pero no hasta estos extremos. Otro simplemente dijo “guau” y puso emoticonos de risa. Confieso que mi primera impresión no fue reírme. Me impactó, la verdad. Y eso que uno de mis relatos femdom se titula El perro de mi marido. Sin hacer spoilers, va de una chica que le propone al marido comportarse como un perro durante los fines de semana (puse límites, sip), y lo mete en una jaula y todo.

Sin embargo, aunque reconozco que la fantasía tiene su punto, el hecho de que un sumiso (ni idea de si el japonés lo es) quiera meterse en la piel de un perro de la forma más realista posible, me produce repelús. ¿Motivos? Por una parte, la despersonalización que conlleva. Ya sé que, para muchos, el rol es una barrera mental que los mantiene a salvo de sus perversiones. Pero, cuanto más necesite el sumiso convertirse en otra cosa distinta para ser capaz de someterse, menos me interesa. Ejemplo: el sumiso que solo se somete cuando se disfraza de “mujer”. Como ya dije cuando hablé de la feminización, no me interesa un sucedáneo de mujer. Si fuera lesbiana, me iría con una mujer de verdad, no con un hombre disfrazado. Pues aquí pasa igual, si quiero un perro, me compro uno de verdad. Puedo entender que, como acto femdom, es un paso heavy lo de estar metido ahí, en una especie de bondage completo, a no ser que se pueda desmontar eso desde dentro. Pero, poniéndome en la piel de una mujer que manejase a ese pseudo perro, no le veo la ventaja ni el morbo por ninguna parte. Es más, me parece triste necesitar esos extremos. En cuanto a la supuesta humillación, tanto en el caso del que se feminiza como en el del perro humano, si así es como se sienten humillados, eso significa que consideran a la mujer y al perro como algo inferior, opinión que no comparto en absoluto. 

Un perro de verdad al menos corre y puede traerte un objeto con la boca. El disfraz ese sólo permite un torpe movimiento y la boca está de adorno. Si al menos se pudiera tener acceso a las partes íntimas de él, algo de juego podría dar; aunque eso ya entra en el tenebroso campo de la zoofilia. Pero ahí dentro, aparte de asarse de calor, sólo puede mover la cola y andar a cuatro patas a duras penas. Como ya comenté, no me van los perros inútiles ni los sumisos-trapo, soy tan rarita que sólo me interesa un hombre valioso que pueda contribuir a mejorar mi bienestar, no uno que venga a darme el trabajo de meterlo en un disfraz y sacarlo a pasear para cumplir su fantasía. 

¿Qué me atrae en un sumiso?

Aunque ya expliqué aquí lo que busco en un sumiso, voy a especificar un poco más. Lo que voy a comentar no es una guía de lo que debe hacer...