En muy pocas ocasiones me ha venido un sumiso buscando una relación 24/7. A veces admiten tener esa fantasía y al mismo tiempo reconocen que es complicado ponerlo en práctica. Lo que ocurre en realidad es que su idea de este tipo de relación es una sucesión de prácticas bdsm, cuya idea de por sí resulta altamente excitante, pero que llevado a la realidad no hay dios que lo soporte.
Una pregunta que me hacen muchos es, ¿Usted qué le hace a sus sumisos, cómo es un día desde que se despierta hasta que se acuesta junto a él? Je, menuda pregunta. Estos lo que quieren es que les caliente la oreja y por extensión otra parte del cuerpo. La respuesta es muy simple. ¿Qué hago? Tanto si tengo sumiso como si no, yo hago siempre lo mismo. Sigo con mi vida. Vamos, que no le hago un hueco a él, que voy viendo cómo me puede venir bien que participe en ella, en actividades cotidianas o para irme al Caribe o lo que surja.
Pero como soñar e imaginar es gratis, pongamos un ejemplo. Imaginemos que me toca la lotería y no tengo que trabajar, o si acaso por afición, sin agobios ni horarios. A lo que voy es que tendría todo el tiempo para ese 24/7. Y mi sumiso tampoco tendría que moverse de mi lado. Así que vamos al primer día de nuestra nueva vida. Voy a describir lo que quieren ellos, lo que se supone que es ese tipo de vida, pura ficción para onanistas.
Me despierto, cuando me da la gana, y encuentro a mi sumiso, o mejor, a mi esclavo, a cuatro patas esperando tan feliz acontecimiento. Le ordeno que traiga el desayuno. Me lo llevo al baño para que sea mi WC humano. Me frota la espalda en la ducha, me seca, me viste y me peina. Me maquilla también, que para eso hizo aquel cursillo al que lo mandé. Le ordeno que se vista, que vamos a salir. Sí, porque está desnudo siempre, aunque estemos en el más crudo invierno, y ojito con resfriarse, que lo castigo el doble. Nos vamos de compras y regresamos cargados (él) con todas las bolsas. De vuelta agarro el teléfono, y me pongo al día con mi amiga. En esas dos horas y pico, mi esclavo está de nuevo desnudo y arrodillado para que yo pueda poner los pies encima de su espalda. Cuelgo el teléfono, él me da un masajito en la oreja irritada, y le ordeno que vaya a la cocina a preparar el almuerzo. Me lo trae, mientras él suplica probar mis migajas postrado en el suelo. Terminamos y, antes de enviarlo a fregar los platos, me lo llevo al dormitorio.
Me coloco el arnés, tamaño XXL, y lo uso como está mandado. Luego le ordeno que me de placer oral durante una hora. Tras eso duermo feliz mi siesta, tiempo que él aprovecha para limpiar la casa después de haber arreglado la cocina. Despierto de nuevo y lo hallo a mis pies. Le ordeno que se vista de chacha (estaba desnudo, os recuerdo) y le pongo una mordaza bien apretada. Vuelvo a llamar a mi amiga y le digo que se traiga a su esclavo para jugar un rato. Obligamos a los respectivos a practicar sexo entre ellos, mientras nos burlamos y les lanzamos tomates, que luego serán limpiados por ambos con sus lenguas. Cuando me canso de la diversión, despido a los invitados y dejo que mi esclavo me de un masaje completo. Lo hará perfectamente porque para eso sirvió aquel otro cursillo. Le recuerdo que ha dejado tomate por el suelo y lo castigo, obviamente, por ello. Le doy 50 latigazos y después le toca otra tanda de sexo oral, y al final decido que se tumbe de espaldas, pero no para que descanse, sino para cabalgarlo hasta que el sudor le chorree por la frente a borbotones. Tras eso, me prepara la cena, que esta vez chupa él de mis pies, y a continuación lo amarro para que esté bien incómodo y lo dejo dormir en el suelo, dos o tres horas, lo justo para que yo vea una peli y me ponga al día con el correo electrónico. Después lo despierto con un puntapié y me lo llevo al dormitorio para que haga la guardia a cuatro patas mientras su Señora duerme a pierna suelta sus 8 ó 9 horas, lo necesario para estar como una rosa.
Al día siguiente lo mismo. Y al otro. Y... Antes de una semana tengo que ingresar al esclavo en urgencias. Y además, vaya rutina, ¿no? Imaginación no me falta, pero por mucho que cambies el guión el número de técnicas es limitado. Y aunque haya variaciones en las prácticas, se pierde la magia, la ilusión por encontrarnos con energías renovadas; el tío va a estar ahí pegado a mí día y noche excepto el rato que lo mande a hacer recados con tal de perderlo de vista porque me voy a volver loca de verlo por todos los rincones de la casa. Qué agobio. Precisamente una de las cosas que no soporto de las relaciones convencionales es eso de tener que estar pegados como siameses hasta para ir a comprar el periódico, o eso de irse a convivir por narices. Será que soy demasiado independiente y necesito mucho espacio, pero la simple idea me produce urticaria. Las relaciones mueren por dejadez, pero también por sobredosis.
Circulan por la red algunas historias de parejas que practican este estilo de vida, y que parecen reales (por las fotos que cuelgan), y se quejan de que las obligaciones cotidianas les corta el rollo y no les permite vivirlo a tope. Uhm, yo creo que deben estar agradecidos de tener un límite impuesto por las circunstancias, porque en el fondo es lo que mantiene aquello funcionando. Si tuviéramos vacaciones perpetuas, todos los días acabarían siendo parecidos y no podríamos saborear ni valorar lo que supone pillar un descanso bien merecido.
Entonces, eso del 24/7 conmigo como que no encaja, estaréis pensando, ¿verdad? Pues grave error. Por supuesto que quiero el 24/7, pero NO el que buscan ellos desde su calenturienta fantasía de vídeo porno. Busco un estar ahí, aunque no estés físicamente conmigo. Mandarte una orden por sms y que no me sueltes la trola de que la batería se te agotó justo en ese momento. Busco que no te pierdas con excusas inverosímiles, que pueda contar contigo para lo que haga falta y para lo innecesario también. No te llamaré en mitad de la noche a no ser que sea una emergencia, ni voy a interferir en tu trabajo. Pero todo el tiempo que puedas dedicarme, sin convertirte en un autómata sin intereses propios, me lo vas a entregar. Y cuando no estemos juntos, voy a estar en tu cabeza, y ese será nuestro auténtico 24/7. Los candidatos siempre me fallan en las tareas más elementales, porque piensan que eso es un precalentamiento, que eso no es la verdadera entrega. Y ese es el secreto, en los detalles es donde está lo importante y donde se mide lo que vale cada uno.