MIS LIBROS FEMDOM

04 diciembre 2012

¿Qué me atrae en un sumiso?




Aunque ya expliqué aquí lo que busco en un sumiso, voy a especificar un poco más. Lo que voy a comentar no es una guía de lo que debe hacer un sumiso que pretenda estar a mis pies. Bueno, de hecho es lo que espero ver en mi sumiso complementario, pero que nadie saque la libreta para tomar nota porque esto es algo que debe salirle a cada uno de manera natural, esto no se ensaya, no se puede sacar algo de donde no lo hay, y la teoría aquí sirve de un 1%.

Como dice cierto anuncio, elegance is an attitude, la elegancia es una actitud, y la sumisión es pura actitud también (aCtitud, no aPtitud, aunque se parezcan). Por mucho que se eche encima una persona el ropaje más caro no se convertirá en elegante si no sabe lucirlo, con naturalidad, que es la auténtica elegancia. Igualmente, por mucho que el sumiso se ponga todo el disfraz de sumiso perfecto, con su repertorio de “Sí, mi Ama”, “A Sus Pies” y sus cuatro rodillazos en tierra, todo eso no es NADA si no viene reforzado con una actitud natural. Repito: actitud natural. Lo de natural va en una doble vertiente, significa que le sale de dentro y que lo hace con fluidez, no como un muñeco envarado.

Esto de la actitud natural es, por hacer una comparación, como lo de ser tímido. Un hombre tímido tiene una serie de reacciones, y el que no lo sea no puede reaccionar igual. Y el sumiso verdadero reaccionará de X manera ante su Ama o ante su posible Ama, y eso ni se puede disimular ni se puede fingir. Por cierto, que los hombres tímidos, -me refiero más que, a por sistema en todo, a tímidos conmigo-, me parecen bastante encantadores.

No hay una guía que un sumiso pueda seguir para conseguir despertar mi interés, pues aunque supiera qué es lo que me llena, él no podría ser lo que no es. Nadie puede fingir eternamente, y a la mayoría se les pilla muy pronto en falsedades y contradicciones. Lo dicho, no hay guía ni fórmula mágica, ni siquiera siguiendo un manual del perfecto sumiso de los que circulan por ahí. Esos manuales, aparte de ser tan estereotipados que dan risa, olvidan el factor persona en todo esto. Es decir, si no hay entendimiento como personas ni como hombre y mujer, lo otro es imposible que funcione. La clave para mí, al principio, es cómo se expresa, no me van los listillos ni los autómatas ni los que aburren a las ovejas, pero esto tiene que ver con su forma de ser más allá de su sumisión.

El hombre que busco me llenará por su sumisión, lo cual no quiere decir que me llene SOLO por eso, yo no separo al sumiso de la persona ni del hombre, me tiene que hacer tilín, y mucho. Y quiero que me vea a MÍ, que no se quede con la etiqueta de Ama. Si un sumiso no pilla mis ironías y pone cara de póker, yo no soy lo que busca, a pesar de que me diga lo contrario. No voy a dejar de ser quien soy, ni soy un Ama de manual.

Para saber si un sumiso encaja conmigo, o encajamos mutuamente, hay una serie de factores que tengo bastante claros, y hay esa otra parte que no se puede explicar, ese “algo” que simplemente me hace sentir que aquello va como tiene que ir. Esta última parte es imposible de explicar, así que voy a concretar la primera.

Lo primordial es que el sumiso tenga la actitud correcta. Lo llevo diciendo desde que empecé el blog, y puede que aún no esté claro qué significa. Para empezar, no es algo de quita y pon, ni algo que el sumiso saca de la chistera en momentos puntuales. Es algo que está siempre presente de manera constante, es su comportamiento, son sus gestos, es la forma en la que me mira o la manera en la que desvía la mirada o la baja porque le cuesta mirarme de manera muy directa. Eso es respeto, eso es saber dónde está su sitio con respecto a mí. NO es un teatro barato, ni son una serie de gilipolleces como algunos se imaginan en su cabeza, no se trata de hacerme una reverencia al saludarme y tres al despedirse de mí, o esperarme en medio de la calle de rodillas. Son detalles casi imperceptibles para un observador neutral.

Lo mismo de la mirada sirve para el tono de voz, la forma de hablar, lo que se dice y cómo se dice. Podemos estar hablando de cualquier cosa (sip, conmigo se puede hablar de todo, no vivo en un pedestal de hielo) y reírnos a carcajadas, pero eso no significa que él baje la guardia en ningún momento. No soy su tronca-colega ni una churri a la que se quiere ligar en una discoteca. Nada de miraditas de ligón de piscina, nada de soltar lindezas como “te mando un beso donde prefieras” (diosss, es que algunos no se separan del manual del buitre ligón ni para ir al wc).

Respecto a los actos, ídem de lo mismo. En cada pequeño o gran detalle tiene que quedar muy claro dónde está cada cual. Yo tomo la iniciativa, digo dónde, cuándo y cómo, en la intimidad y en la calle, así que el sumiso tiene que adaptarse a mí, no al revés, ni dar los pasos por mí. Esto, que parece de primero de párvulos de cualquier cursillo de sumisos, es de esas cosas básicas que muchos se saltan a la torera. Y al igual que en otras cuestiones, la mayoría no tiene un término medio. Pasan de buscarte a todas horas a ignorarte por completo. Desaparecido. Engullido por las fauces de la Tierra. Al principio es muy excitante para ellos eso de imaginarse a merced de los caprichos y apetencias de una posible Dueña, pero claro, luego, aquello, pasado a la realidad, no es apto para sumisos de 5 a 7 p.m. El control es algo muy jodido, y no me refiero a controlar sus orgasmos, sino a preguntarle si está con sus amigos o con aquella amiga que es solo una amiga lejana a la que nunca ve, excepto, oh casualidad, cuando a ti se te ocurre lanzarle una inoportuna llamadita.

Esto de los actos incluye por supuesto el primerísimo paso de conocerme según el ritmo que yo marco. No sucumbo ante presiones de ninguna clase, ni disfrazadas de un inocente café, ni te voy a llamar aunque me des tu teléfono sin que te lo haya pedido, en resumen, no me interesan los que pretenden hacer las cosas a su manera y llevarme a su terreno. Y aquí tropezamos de nuevo con las mismas técnicas buitracas de siempre. “¿Podemos pasar por mi piso que nos pilla de camino? Tengo una colección de bondage que me gustaría que viera, sin más intención, no pretendo presionarla, pero es que mañana la tiro porque está pillando telarañas y tiene que ser hoy o nunca”. “Perdone que la moleste de nuevo tras X meses, pero he pensado que como Usted parece no haber encontrado sumiso y yo tampoco logro que ninguna Ama me soporte, ups, digo, que como ninguna aprecia lo mucho que valgo, pues yo creo que lo mejor será que charlemos de nuevo y quién sabe.”

Eso de “yo creo que lo mejor es...” es una frase que escucho con sorprendente frecuencia, y me facilita mucho saber la clase de (no)sumiso que tengo delante.

En resumen, lo que me atrae de un sumiso y pulsa la tecla necesaria para que mi dominación se active en su dirección es todo lo que me transmite, lo que me demuestra con sus actos, lo que hay y lo que veo. Lo demás, es decir, las teorías, las palabras huecas, los trucos baratos, las promesas que nunca cumplirán, etc etc etc... no me sirven para nada. 

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