MIS LIBROS FEMDOM

26 julio 2013

El sumiso trapo


Muchas veces hablo de todos esos sumisos que en teoría quieren someterse, pero solo fingen hacerlo hasta pillar Ama. Son hombres que no disfrutan sometiéndose, solo quieren cumplir una fantasía X o relajarse por un rato de su vida de macho alfa. Que me parece perfecto, cada cual busca lo que le apetezca, el problema que les veo yo, por si no queda ya claro, es cuando dicen ser A cuando en realidad son B. La deshonestidad y el utilizar a la mujer para salirse con la suya es lo que me parece inaceptable.


Pero, si nos vamos al extremo opuesto, ¿qué nos encontramos? Me refiero a todo ese grupo de “sumisos” que se presentan como una basura, como un trapo, felpudo y similares, que dicen que no valen nada, gusanos arrastrados, perros inútiles, que solo buscan humillación, degradación, anulación, en definitiva, ser un simple objeto deshumanizado para que el Ama disfrute tratándolos como escoria. Lógicamente, lo que acabo de describir, corresponde punto por punto a lo que se ve en el 90% de los vídeos de porno femdom, pero también existe un gran grupo de hombres que se identifican con todo eso (y Amas a juego con ellos).


A mí en concreto esa clase de sumiso no me interesa para nada, supongo que será cuestión de gustos... pero es que no puedo evitar pasarlo todo por el filtro de la razón, y no le veo sentido. Lo que yo me planteo es, ¿qué sumisión es esa en la cual el sometido no aspira a sentirse mejor sino peor? ¿Qué proceso de sometimiento tienen que realizar para situarse en un plano inferior a la mujer si ya de entrada son poco menos que marionetas sin voluntad ni valía ninguna?


Para eso, mejor comprarse un muñeco hinchable, la verdad. Lo que le da validez a la sumisión en un hombre, según mis parámetros, es que sea una persona de la cabeza a los pies, que tenga voluntad y te la entregue, que tenga cualidades positivas y las comparta contigo, que modifique su comportamiento para que te sientas mejor, que si es respondón se tenga que morder la lengua, etc, en resumen, que se entregue a ti para acabar reafirmado como persona, no convertido literalmente en un mueble más en tu casa.




Alguien con la autoestima por debajo de las piedras no debería llamarse a sí mismo sumiso. Si no te aprecias ni te valoras a ti mismo, los demás no lo harán, ni es ningún mérito poseer a un hombre que no tiene ninguna virtud destacable. Como eso que me han preguntado bastantes veces... ¿quiere un perro, Señora?... Pues mira, si quisiera un perro me compraría uno, pero bien bonito, activo y fuerte, de esos de cuatro patas que no hablan ni para hacer esa chorrada de pregunta, y por supuesto nunca uno de trapo que solo sirva para estorbar y pillar telarañas.

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