MIS LIBROS FEMDOM

19 agosto 2013

¿Qué queremos las Amas?



Varias veces, no muchas la verdad, me han escrito mujeres comentando sus historias con supuestos sumisos. Gracias por cierto por tomarme como consejera, una hace lo que puede en estos casos, una ayuda externa es un aporte, pero solo funciona pararse a reflexionar, mirando al horizonte a ser posible, que amplía la perspectiva, y preguntarse ¿Dónde estoy? ¿Hacia dónde voy? ¿Cómo vine hasta aquí? Y no me refiero al espacio físico precisamente...


Resultaría sorprendente, desde el punto de vista de un sumiso, comprobar que en esas conversaciones entre mujeres dominantes, lo que menos aparecen son dudas del tipo “¿cuántos días debo tenerle en castidad? ¿cuántos latigazos debo darle? ¿cuántas veces debe lamerme las botas?” y cosas por el estilo. Aclaro, para algún despistado o recién llegado, que aquí hablo de Dominación Femenina en un sentido amplio, no sobre sesiones bdsm.


Y resulta, que tanto esas mujeres como yo, siempre que nos ponemos a reflexionar, en vacaciones o en medio del ajetreo diario, estamos preocupadas por un tema básicamente: el comportamiento del sumiso como hombre/persona.


Daremos por sentado que el sumiso en cuestión es sumiso, es decir, que no es un farsante o un jugador de rol. Cuando estamos seguras de eso, el problema viene por los demás flancos, y en eso no somos muy diferentes a todas esas mujeres que pululan por la red buscando ansiosamente respuestas a la eterna pregunta “¿qué demonios siente ese hombre por mí, más allá de lo que me dice como un actor que aprende un papel?” Y eso, si tienes suerte de que te diga claramente algo, porque casi todos se encierran en una coraza, como mandan los cánones sobre el macho tradicional.


Y es curioso que sean legión las mujeres buscando respuestas mientras que ellos solo se preocupan de saber si su tamaño viril es suficiente, salvo honrosas excepciones. Pero así es, todas caemos en algún momento en esta serie de errores:
Estar más preocupadas de lo que siente él por nosotras que al contrario.
Interpretar cada pequeño gesto suyo como señal de que se muere por nuestros huesos. (Hay que interpretar como digo arriba porque se suelen cerrar como ostras).
Sentir una especie de agradecimiento por cada muestra de atención que recibes, haciendo que se te nuble la razón y te enternezcas como una colegiala.


Y claro, todo eso, que ya de por sí es bastante lamentable en el patrón convencional de una pareja “igualitaria”, resulta patético cuando quien hace/siente/experimenta es nada menos que toda una Señora Ama Dominante. Pero como sabrá quien lo haya vivido, tanto las relaciones D/s fallidas como las exitosas, dependen única y exclusivamente del factor humano, y si te quieres quedar en un esquema abstracto Ama/sumiso, mejor búscate una Ama profesional o un sumiso de sesiones, según sea el caso.


Entonces, en resumidas cuentas, lo que queremos las Amas, es ni más ni menos que un sumiso demuestre que lo es, y que como hombre/persona tenga un comportamiento coherente con su sumisión, y que no haga nada que nos haga llevarnos las manos a la cabeza, como los siguientes ejemplillos:
-desaparecer o aparecer a intervalos con las excusas más variopintas
-no aclararse en lo que piensa/siente, dando una versión nueva cada semana
-cerrarse en un silencio infranqueable cuando tratas de concretar en qué punto estáis
-no situarte en el puesto nº 1 de sus intereses, dedicándote solo los huecos que le dejan sus momentos de ocio (sip, no digo de sus momentos de obligaciones), porque algunos parece que no entendieron que Ama es sinónimo de Dueña
-mantenerse en una línea neutra en la cual ni se va ni se acerca del todo, para no perderse la oportunidad que le da nada menos que una Ama pero sin perder de reojo a las otras que pueda pillar


En definitiva, si sentimos la necesidad de consultar qué ocurre con nuestro sumiso o aspirante a serlo, es que no parece que las cosas vayan demasiado bien. Y por encima de todo, deberíamos pensar que, si ese sumiso nos hace sentir bien pero no da el todo por el todo, ¿qué importancia tiene lo que sienta, que vaya o que venga, que aparezca o desaparezca?


Pero la solución está en tus manos. Recuerda, eres un trofeo, y quien no sepa ganarte no te merece. Los hombres nunca valoran nada hasta que ven que lo pierden, y eso debemos hacer, dejar de prestarles atención hasta que valoren realmente lo que tienen o lo que pueden perder.


¿Quieres verme suplicar, nena?
¿No me das otro día más?
¿No ves que mi corazón se arrastra últimamente?
He buscado las palabras para decir
No sabes lo que tienes hasta que lo pierdes




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