MIS LIBROS FEMDOM

15 diciembre 2011

El sumiso degenerado

De manera resumida, dije que el sumiso resignado “se metía a sumiso” porque no se comía una rosca. Pues bien, del que hablo hoy tiene una indigestión de narices. Me refiero al que llega a esto por probarlo todo, buscando nuevas sensaciones cada vez más fuertes. Hoy es sumiso, mañana jotero aragonés aunque no sepa ni donde cae Zaragoza. Se mete su email en google y el tío ha puesto cientos de anuncios buscando todas las variantes de sexo habidas y por inventar. Coleccionistas de mujeres, sexoadictos, hombres a los que la sumisión no les nace de dentro sino que llegan a ella como si fuera un traje de quita y pon, y no me refiero a los sumisos de sesión bdsm, que esos al menos lo sienten mientras dura ese rato.


Hablo de degeneración y no de perversión. Veamos el matiz entre ambos.


Todo lo que se aparte de la postura del misionero con la luz apagada y con fines reproductivos, se considera perversión según el catecismo. Religiones aparte, la sociedad establece que lo normal es tal o cual práctica sexual; entre hombre-mujer, por ejemplo, todo lo que se salga de coito con eyaculación masculina como colofón ya no es normal. Así que perversión sería cualquier desviación de la sexualidad tradicional (las famosas parafilias). Y yo encantada de ser una pervertida, dame el guión tradicional que lo hago trizas. En la D/s todos somos unos pervertidos, pero no somos monstruos ni malas personas por tener estas preferencias (por otros motivos tal vez, allá cada cual).


¿Entonces la degeneración qué sería? No hablo de casos penales de abusos (que también), sino a no distinguir límites ni respetar nada, todo vale mientras sirva para calentar la bragueta, da igual lo que arrases por el camino, ya sea alguien débil e indefenso en esos casos más graves o una pobre ilusa que se traga la enésima trola del sexoadicto compulsivo que le promete lo que sea con tal de meterla o, en este caso concreto, con tal de tener una sesión/experiencia/lo que pueda pillar con el Ama.


Ejemplo típico, -aquí lo tenemos otra vez-, el sr. sumiso emparejado, pero en versión extrema. En ocasiones me llega el casado-con-amante-y-follamigas que se presenta como el sumiso perfecto y ya es cuando me entra un síncope de la risa. Oye, que cada cual haga con su vida y sus cataplines lo que mejor le parezca, pero... Para mí, una persona que tiene unos principios morales que se resumen en el mandamiento “seré fiel a mi testosterona y nada más”, me parece totalmente incompatible con lo que conlleva la sumisión: entrega y autocontrol, por poner solo dos características. De autocontrol andan cortitos, disparan a todo lo que se mueve. Y de entrega, complicado; atender a todo ese harén es agotador. Además, ¿desde cuando un hombre puede hacer más de una cosa a la vez y hacerlas bien? Nada, que me enseñe el carné de extraterrestre de 3 cerebros o no cuela.


Tampoco me interesan los que presumen de ser unos degenerados cerdos, esos que entran en el bdsm como en un cajón de sastre donde cabe todo lo que se aleja de lo normal, pero para lo peor de lo malo. Amos, switch y sumisos pueden caer en esto. Centrándome en los sumisos, son hombres que difícilmente encontrarán Ama, pues todas les parecerán demasiado blanditas y light para su gusto, a no ser que se muden al OWK o se metan a actor de porno sado extremo en rodajes de 24 horas.


Ya se trate de hombres con hipersexualidad compulsiva o sumisos pasados de rosca, lo que quiero poner de relieve es que el sumiso degenerado ya no distingue el día de la noche, ni el bien del mal; ha entrado en una espiral de forzar sus límites hasta el punto de no poder dominar sus impulsos, sino que los impulsos son los que lo dominan a él. Es un esclavo, sí, pero no del Ama, sino de su entrepierna. Esos hombres que lo han probado todo poco interés pueden tener ya para ser moldeados al gusto de la Dom. Pero siempre les queda acudir al infierno, tal vez satanás esté a la altura de lo que buscan y tenga tiempo de dominarlos un rato.

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