¿Dónde termina lo sano y empieza lo patológico? Cuando alguien se me presenta como sumiso o esclavo sin límites huyo como de la peste. A priori debería ser el sumiso el que debe protegerse para no transgredir sus normas internas y sin embargo, en muchas ocasiones, las cosas más bestiales las piden ellos, en una insaciable búsqueda de sensaciones fuertes, cayendo en una espiral toxicómana que solo conduce a la insatisfacción permanente. Los que buscan ser violados y otros desvaríos, ¿entienden la gravedad del asunto?
Dejando a los enfermos mentales a un lado, y deseándoles una pronta recuperación, voy a centrar el tema, sin hablar tampoco de prácticas en una sesión bdsm, porque no es mi interés en esta entrada ni en todo el blog. Solo apuntar que en esos casos, donde muchas veces dos recién conocidos se entregan al juego, yo recomiendo, no ya una palabra de seguridad, sino un pulsador conectado a una centralita que envíe la alarma simultánea a policía, ambulancia y familiar/amigo de confianza...
En una relación de dominio femenino, que se desarrolla al ritmo adecuado hasta lograr la confianza y compenetración adecuadas, los límites a los que me refiero son, o deberían estar, más claros. En una buena relación se da por sentado que el Ama conoce al sumiso tanto física como psicológicamente y no forzará sus límites más allá de lo sensatamente correcto.
¿Qué límites entonces son los que hay que fijar? Por ejemplo, ¿qué es eso de la sumisión total? Primero diré lo que no es: ese ejemplo absurdo de decir que si el Ama ordena que el sumiso salte por una ventana, él debe hacerlo, y lo mismo si la orden consiste en atacar con un cuchillo jamonero a esa vecina que nos cae gorda.
Un Ama, que no esté mentalmente desequilibrada, nunca pedirá al sumiso nada que pueda dañar su salud física y mental, así que la chorrada de saltar por la ventana no tiene sentido. Y lo mismo va para todo acto que suponga daño para los demás o deterioro en otros sentidos hacia el sumiso. Parece una obviedad, pero no queda tan claro si el ejemplo no es tan extremo.
¿Debe obedecer el sumiso aunque no le apetezca hacer algo? Si se trata de algo que no va contra su salud o la de otros ni contra los derechos humanos, la respuesta es SI. De eso se trata. Ahi no hay límite que valga, o te entregas o no, pero no te quedes (ni me dejes) a medias. Tal vez tu Ama sea tan sádica que te obligue a hacer footing cada mañana. O tal vez lo único que quiere ella es que te quites esos kilos de más y te conviertas en un hombre más sano y más feliz. ¿Es eso abusar o es saber cuidar?... ¿Y si el sumiso solo practica el tumbing delante del sofá? Bueno, para eso está el proceso de conocerse y la compatibilidad. Tal vez para el Ama no sea una prioridad, o puede que sea una adicta al gimnasio y quiera que él la acompañe en todo. Ahí entra ya la compatibilidad de caracteres/intereses.
De todos modos, mi teoría es que si un hombre es cómodo hasta decir basta, probablemente le costará un mundo cualquier esfuerzo que tenga que hacer por su Ama, no por mal sumiso sino por su propia forma de ser. Ejemplos hay miles, pero me ha venido esto a la cabeza por un aspirante a sumiso que pesaba 140 kilos, y que no se cortó ni un pelo en ofrecerse “para lo que yo quisiera”. Uhm, para una maratón no estaba el pobre, pero es que mucho más simple que eso: si no sabe cuidarse a sí mismo, ¿cómo demonios me va a cuidar/servir a mí?
Por lo tanto... ¿límites?... Preocúpate de conocer a tu Ama y confía en ella, lo demás vendrá solo. Por cierto, no me digas que no enseñarme tu foto es un puto límite, eso es gilipollez a secas.
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