El tema del fetichismo, en concreto de pies, ya lo he tratado en otras ocasiones. Por resumir, un simple fetichismo no convierte a un hombre en sumiso. En la película Enciende mi pasión se ve esto que digo claramente. El protagonista únicamente se excita de esa manera, y en la escena que traigo utiliza a la mujer -prostituta en ese caso ya que le resulta casi imposible que las mujeres le den ese capricho-, la convierte en un simple objeto para saciar su perversión. Vaya, en las antípodas de lo que es la sumisión masculina, y precisamente en lo que consiste la falsa sumisión que tanto abunda.
Retomo esta escena de una película que vi hace muchos años al hilo de una anécdota personal. Resulta que a cierto sumiso nunca le interesó el tema pies... hasta que me conoció. La primera vez que tocó mis pies fue para darme un masaje, y de ahí a tener mi pie metido en su boca fue cuestión de minutos jaja. A ver, que podría habérselo metido yo porque sí, pero la cosa fue más natural. Le acerqué el pie juguetonamente a los labios y el resto pasó, sin más.
Un día estuvo casi todo el tiempo que duró una película en el cine, dos horas y media, acariciándome los pies a través de mis sandalias. Me encantaba ponerle los pies encima cuando íbamos al cine, o en un sofá, y aunque no íbamos dando el espectáculo por ahí, tampoco nos cortábamos en detalles como ese cuando había gente cerca.
El hecho de que él no tuviera ese fetichismo previamente me pareció positivo a la hora de saber que no se fijaba en mis pies por eso sino porque se trataba de MIS pies. Claro que con lo bonitos y suaves que son, tampoco era ningún sacrificio para él :P
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