MIS LIBROS FEMDOM

15 enero 2013

El orgullo del sumiso


El orgullo del sumiso yo lo resumo en: dignidad sí, soberbia no. Un buen sumiso sabe lo valioso que es. Otra cosa es que te lo refriegue por la cara. Es fascinante ver cómo su ego se lo tiene que guardar donde pueda, cómo se va diluyendo delante de ti hasta que no quede ni rastro.


Sobre el orgullo habla una novela de Jane Austen, Orgullo y Prejuicio. Antes de volver sobre esta, comentaré que en otra, Persuasión, tenemos al prota masculino en una actitud de sumisa espera. Ella lo rechaza por ciertas habladurías pero al cabo del tiempo él le deja una carta en la cual dice cosas como “me atraviesas el alma, me ofrezco a ti, solo por ti pienso y hago planes”. Me encanta leer ese fragmento en clave femdom.


Volvamos a la, en mi opinión, mejor obra de Austen. De todas sus protagonistas, la joven Elizabeth, Lizzy para los amigos, es la más interesante desde un punto de vista femdom. En cuanto a los protagonistas masculinos, la mayoría son perfectos caballeros, como corresponde a los usos y costumbres de la época, lástima que fuera más un papel social que un signo de sumisión.


En la escena cumbre de esta historia, convertida en película y serie en diversas ocasiones, el chico se declara de manera imprevisible a nuestra damisela. Tan imprevisible es que ni él mismo contaba con sentirse atraído por una mujer tan distinta a las demás (no es la típica atrapa-maridos que abundaba por el vecindario), y así mismo se lo suelta: “me he enamorado contra mis propios principios”. Hala, y se queda tan ancho. Pero ella no se corta un pelo y le manda a freír pimientos, de manera rotunda, aunque muy educadamente, que para eso es una señorita.


La escena me encanta porque me veo a mí misma rechazando a esos pretendientes gallitos que daban por sentado que iba a aceptar salir con ellos SOLO porque diesen el paso de pedírmelo. El regustillo sádico de esos rechazos es difícil de describir con palabras. Jane Austen también era aficionada al deporte de rechazar al maromo de turno. Solo una vez aceptó la propuesta de matrimonio de uno, y se arrepintió al día siguiente.


Sigo con la historia. Ella lo rechaza, pero ya está prendida la llama, a ella también le hace tilín él, y bueno, no destripo nada si cuento que por supuesto acaban juntos. Él le dice más adelante que el entorno lo ha convertido en un ser orgulloso, pero que tiene buen fondo. La sociedad lo ha hecho así, pero él es de otra manera... Qué cosas... ¿De qué me suena esto?


Él encaja el rechazo con mucha deportividad y lo ve como una oportunidad de mejorar (que aprendan todos esos sumisos rebotados que querrían matar al Ama que los rechaza). Y cuando vuelven a reencontrarse ya es el hombre que ella quiere, no el que él creía que tenía que ser.


Muy al final del libro, tenemos a la pareja de recién casados compartiendo vivienda con la hermana de él, más joven y huérfana, y se nos dice que esta chica aprende en esa convivencia que una mujer puede tomarse ciertas libertades con su marido... Uhm, de lo más críptico, mi imaginación vuela hacia cierto tipo de libertades... Sea como sea, Lizzy consigue llevarlo finalmente a su terreno y nos podemos imaginar quién manda en esa casa.


Siempre fue mi libro favorito de Austen, y repensándolo tiempo después, comprendo mejor el porqué. 




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