A mí, por si no lo he dicho ya, la sumisión que me llena es aquella que surge desde lo más profundo del interior del sumiso, no como una elección, capricho o deseo de cumplir una fantasía, sino como una necesidad que no le deja opción, porque esa es su manera de sentirse realizado, a la vez que excitado, en su relación con una mujer. Espero que no haga falta a estas alturas explicar que esa mujer tiene que ser dominante y complementaria con él, pero lo que sí voy a comentar es que la clave de la verdadera sumisión no se queda ahí en ese sentimiento interno del sumiso. Me explico.
Ya dije que esto no es algo unidireccional, un sumiso puede creer ser, en teoría, el mejor sumiso del universo, porque sienta ganas de caer de rodillas ante esa mujer en concreto o porque la simple idea de la situación X le ponga a cien (repito también que el sumiso sexual a secas no me interesa, pero que tampoco me interesa un sumiso no sexual). Esa necesidad de entregarse para hacer feliz a su Ama es algo que, como digo, es lo que le surge, y podríamos pensar, ah, vale, pues ya está, con sentir eso e intentar servir al Ama, ya tenemos a nuestro sumiso ideal. Pues no, falta lo primordial. La felicidad del sumiso no es (solo) dar rienda suelta a esa necesidad, ni siquiera es (solo) sentirse el más afortunado por ser el elegido para someterse a esa mujer, lo fundamental es que realmente consiga que su Ama sea más feliz gracias a él, y entonces sí que podrá decir, con todo el mérito y toda la razón del mundo, que su sumisión es útil, y que llega a donde tiene que llegar, y cuando consigue su objetivo, retorna a él esa sensación de plenitud y esa satisfacción de saber que es ÉL quien consigue que la vida de su Ama sea realmente satisfactoria.
No quiero decir que la felicidad de ambos se base al 100% en su relación D/s, la vida es más amplia que todo eso, me estoy refiriendo a la felicidad interna de esa relación. Si pretendemos que la otra persona llene TODO nuestro universo, vamos de cabeza al desastre. No se puede idealizar a nadie ni a ningún tipo de relación, pero de idealizaciones ya hablaré.
En el contexto de una relación de Dominación Femenina la verdadera sumisión se mide, para mí, en el grado de satisfacción que consigue el Ama gracias a su sumiso. (Nota para Amas en duda: si ese sumiso no te hace feliz, qué más pista quieres... Si encima te hace infeliz, dos consejos: primero, huye; segundo, no mires atrás).
No siempre se consigue alcanzar esa sublime felicidad, pues la felicidad en cualquier ámbito es como una brisa que te roza de vez en cuando, pero lo importante es ver que el sumiso pone todo de su parte para intentar que así sea. En esto consiste el famoso, y a veces abstracto, concepto de la entrega. Solo con un conocimiento profundo del sumiso se puede saber si está dando el 100% o no. A muchos supuestos sumisos les parece más que suficiente intentarlo a un porcentaje bastante menor, quedándose eternamente en esa línea cómoda desde la cual no implicarse demasiado, con un constante pedir disculpas, con la permanente promesa de hacerlo mejor que nunca intentan siquiera poner en práctica.
Las palabras son gratis, “tengo que hacerlo mejor”, “no volverá a pasar”, y similares, llega un momento en que resultan ridículas o directamente irritantes cuando te das cuenta de que el sumiso en cuestión solo está jugando al teatro de la sumisión. La sumisión verdadera no puede compararse con ningún teatro irreal, claro que lo que se siente tampoco es irreal, que no es poca recompensa.
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