Esta película provocó cierto revuelo en su momento, y no estamos hablando de los años 50, sino que en la década de los 90 no se había visto nunca que dos mujeres llevasen el peso de una película, con los personajes masculinos como satélites de la acción, aunque, eso sí, para joder a las pobres de todas las maneras posibles. Los hombres no salen muy bien parados en la historia, salvo excepciones, pero no le echaré la culpa a los hombres en sí sino a la sociedad patriarcal que les inculca que lo primero son ellos y su entrepierna, y luego, ellos y su entrepierna también.
No se habla de poder femenino sobre el hombre, aunque yo haya visto un par de momentos que se pueden leer en clave femdom, sino del poder de la mujer sobre su propia vida, de tomar las riendas, para empezar, sobre su propia persona. Sin eso, poco se puede pretender dominar a un hombre. Todas esas dudas e inseguridades de las mujeres que intentan adoptar el estilo de vida de la Dominación Femenina proceden de estar más pendientes de agradar al sumiso, “estar a la altura” y darle lo que él necesita, en vez de centrarse en ellas mismas.
Por todo esto que comento traigo algunas escenas que me parecen interesantes, aunque recomiendo verla completa (si la vas a ver sáltate el resto porque la voy a destripar de arriba a abajo) y también todo lo que se escribió a raíz de su estreno. Como muestra, resumo parte de la extensa entrada que le dedica la wikipedia.
El guión fue escrito por una mujer (claro, añado yo), Callie Khouri, por el cual ganó el Oscar al mejor guión. Khouri quiso mostrar dos mujeres en un género hasta entonces masculino. La idea le vino al considerar que las películas no creaban buenos papeles para mujeres, aquellos que permiten a los personajes tomar sus propias decisiones y controlar su propio destino.
“Quería escribir algo que nunca antes hubiera sido llevado al cine. En tanto que cinéfila, he sido alimentada por el papel pasivo de las mujeres. No conducían nunca la historia porque no conducían nunca el coche”.
Su guion llegó a manos de Gitlin, a quien le gustó mucho ya que le permitía realizar una película en la que el poder pertenecía a los personajes femeninos y animaba a las mujeres a realizar sus sueños replanteándose la concepción tradicional del reparto de papeles entre hombres y mujeres.
A Ridley Scott (el director) le sedujo el guion por los motivos ya mencionados: el hecho de colocar dos mujeres en los papeles principales, lo que contrastaba con la producción cinematográfica clásica. En esos momentos intentaba producir una película donde se presentaba un personaje masculino como héroe, pero como ya había realizado "Alien" donde una actriz, Sigourney Weaver, encarnaba a Ripley, un papel en principio escrito para un hombre, finalmente decidió dirigir Thelma y Louise él mismo.
Harvey Keitel encarnó a un policía que muestra simpatía por las dos mujeres. Se trata del único personaje masculino que entiende los actos y las motivaciones de Thelma y Louise.
Ciertas críticas evocan el “paroxismo de violencia gratuita" del que hacen gala las dos heroínas, consideran que tienen un “comportamiento sádico”. La guionista cree que esta percepción de gran violencia es debida a una cuestión de prerrogativa de género. Para una mujer es normal ser dulce y simpática, mientras que la violencia sería una prerrogativa exclusivamente masculina.
En Estados Unidos aún se pueden encontrar insignias y adhesivos con el lema “Thelma & Louise live” (Thelma y Louise viven). Su mensaje está cargado de mensajes simbólicos: hay quien ve el símbolo de dos mujeres fugitivas dirigiendo un último corte de manga al patriarcado, del triunfo de la vida sobre la muerte, del oprimido sobre la opresión, de la reivindicación de una justicia no sexista o de una inmortalidad de amazonas.
Bueno, allá voy con el destripe.
Esta escena es la que da un giro a la trama y hace que unas tranquilas y merecidas vacaciones se conviertan en una terrible huida hacia adelante. Susan Sarandon está perfecta en su papel, haciendo como casi siempre de mujer fuerte aunque no exenta de vulnerabilidad, y Geena Davies tiene un proceso de transformación que la hará sacar una nueva mujer de su interior.
Estas dos escenas, aunque breves, me provocan escalofríos placenteros. Si solo me mostrasen eso de este personaje masculino, afirmaría que es sumiso, de hecho es de lo mejorcito de la fauna masculina que puebla la película.
Esta es mi escena favorita, por lo que tiene de “que te quede claro quién manda aquí, so cretino” y a ese individuo ya lo mencioné en El sumiso financiero.
Y bueno, la escena final que, aunque triste, es un símbolo de libertad, aunque en plan extremista de antes muertas que sometidas al patriarcado. Esperemos que las mujeres no tengamos que arrojarnos masivamente por los acantilados para lograr que las cosas evolucionen.
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