Me refiero a la “construcción” de una relación Dominación Femenina, sobre todo al comienzo. ¿Por donde empieza esto? Algunos creen que empieza por la parte del sumiso, cuando lanza aquello de “Quiero que sea mi Ama”, porque se supone que somos como un 24 horas, siempre dispuestas a dejarnos besar los pies por cualquiera. ¿Qué hace que me surja el deseo de dominar a un hombre? Esto es como intentar marcar un punto de partida en el símbolo del infinito que tenéis ahí. Es algo que ocurre de manera simultánea por ambas partes. Un sumiso nota cómo su sumisión se despierta o se acentúa ante una mujer dominante y ella siente que su poder y su dominio crecen cuando él se muestra ante ella con esos gestos y detalles que demuestran su naturaleza sumisa.
Si hubiera que marcar algún comienzo, diría que esto empieza cuando yo me muestro como soy (como persona) y dejo claro el tipo de relación que busco (o sea, la de Ama/sumiso). A partir de ahí, el supuesto sumiso ya muestra interés de entrada al encontrar una mujer que se complementa con él. Después, o mejor dicho, al mismo tiempo, habrá que ver si existe compatibilidad entre nosotros como personas, pero lo que quiero decir es que a mí no me funciona eso de “vamos a conocernos sin un gramo de Dominación Femenina por medio y ya veremos lo que surge”. ¿De dónde se supone que va a surgir? ¿Va a caer del cielo? ¿Un día se despierta el sumiso y dice “siento unas ganas irrefrenables de someterme a esta mujer a la que llevo X tiempo conociendo”?
Eso es más parecido a lo que ocurre con las sesiones bdsm. Aunque exagerando mucho, es como un 3, 2, 1, ¡ya!, empecemos a ser Ama y sumiso. O como esos amantes que no se dedican ni una mirada en el bar por el que pasan antes de ir a la habitación y luego empieza todo de manera mecánica, cuando tanto en un caso como en otro, para no ser autómatas, esto empieza mucho antes, en un sms, una frase, una mirada, pero, eso sí, que sea en plan sincero, que no sea como la estrategia vainilla de “si hago A obtengo B”, que también se da entre los sumisos que siguen con el chip convencional puesto.
Recuerdo a uno de esos vainilla con los que no pasé del “cortejo”, que me regaló desde el primer día cosas, un CD, un ramo de flores, un peluche (dios, no sabía ni mis gustos), en un proceso muy poco sutil para llegar a donde se supone que yo tenía que llegar por narices en un proceso lógico (dormitorio, primera puerta a la derecha...), como si a mí me hicieran falta esas chorradas llegado el momento o como si yo me sintiera presionada por hacer nada. Es uno de esos casos en los que, cuanto más conoces a alguien, menos te gusta. Me indignó tanto que diera por sentado que yo iba a hacer “lo normal”, que le regalé un tease and denial que por supuesto le sentó como una patada en el estómago, pero que para mí fue la única satisfacción de aquella no-relación.
Y eso les pasa a muchos sumisos también. Eso de querer marcar ellos los pasos, de creer que si dicen “a sus pies” cada x minutos ya te tienen en el bote, como si las palabras no se las llevase el viento, sin tener un solo acto o gesto real que demuestre una intención sincera. Actitud y hechos, en definitiva, por si no lo he repetido lo suficiente.
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