Si es que una no tiene sumiso porque no quiere... Con la de oportunidades de oro que me llegan y nada, yo haciéndome de rogar. Agradezco a los que me escribís con la mejor de las intenciones, por supuesto, aunque la mayoría no os molestáis en leer ni un trozo del blog, así que yo tampoco me molesto en responder. Empate. Pero algunos me lastiman tanto la retina que se merecen su inclusión en la galería de los horrores.
Hasta ahora solo he sido “indiscreta” con un mensaje del típico casado aburrido. Siguen llegando, por cierto; al menos me sirven para tener la mandíbula en forma a base de carcajadas. Y otros casos los tengo archivados y no tengo intención de volver la mirada hacia allí. Pero el señorito que me envió este mensaje merece consideración aparte, porque ya, para rizar el rizo, resulta que es proxeneta en sus ratos libres (mira que son torpes algunos, no saben que TODO queda registrado en internet). Con lo bien que me caen a mí estos señores, con esa gran labor social que realizan, ejem. Aquí está el pedazo mensaje hiper currado del individuo. Original hasta las trancas.
El hombre es modesto, eso sí, como puede verse. Es real y verdadero, el sumiso de oro, premio nobel al sumiso entre sumisos, creo que lo pone en su DNI. Lo que no me queda claro es en qué orden debo hacer esas tareas, ¿primero le azoto hasta hacerle llagas en el culo o viene antes lo de tenerlo a cuatro patas en pelotas? Uf, ay, no sé, qué angustia, me estoy estresando, no sé si estaré a la altura, que tengo que adiestrarlo “poco a poco”... ¿a cámara lenta será? ¿Y tiene que ser con una zapatilla? ¿Mía o suya?
Menos mal que ha pronunciado las dos frases mágicas. Mi ama, dice, él lo ha decidido por mí, así que yo, me callo la boquita y le obedezco, que para eso estamos. Soy suya, todita suya, y yo sin saberlo. Y la otra frase tampoco puede faltar. A tus pies. Sí, tutéame, venga, dame mássss de eso, que me pongo a cien. Y por si la de antes no cuela, ya con esta me derrito. A tus pies... mmm cómo me pongo, como si me la acabasen de decir por primera vez en mi puñetera vida.
Hay que ver lo complicado que es poner los puntos y comas en su sitio usando solo una mano. Que te pongas cachondo mientras me escribes es algo que ya me lleva a la estratosfera sin cohete.
Pues nada, ahora mismo voy a buscarle, a ver si me hace un favor y me busca un hueco en el prostíbulo. Ah, qué alivio, menos mal que has llegado, ya pensé que nunca aparecerías, perrito mío.
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