Entre algunos sumisos, sobre todo en los dos extremos de edad, muy jóvenes o ya maduritos, se da el fenómeno que comento a continuación. Me voy a centrar en el segundo caso, ya que los otros, sin generalizar, tienen más de chantajistas que de pobres corderitos. Que nadie se dé por aludido, aunque pueda ser el caso, porque solo hablo de historias pre-blog o fuera de internet.
Me llega el típico (lo digo por frecuente) cincuentón que me suplica y me ruega que sea su Ama. En el colmo de la desesperación me pide que lo sea por una sola vez y que luego siga yo buscando a mi sumiso ideal. Me dice que siempre ha tenido esa fantasía, esa necesidad, que las únicas Amas que ha conocido eran profesionales y todo era una transacción sin sentirlo ellas ni hacérselo sentir a él.
Mi primera reacción es que se me encoge el alma. En serio. 50 y pico de años y no haberlo saboreado ni de lejos. Entiendo la desesperación, el desconsuelo, la tragedia que supone. A continuación, intento pensar con mayor frialdad y analizar la situación. Ese hombre me pide una sola vez, es decir, una sesión, (algo que yo encima tengo desterrado de mi vocabulario sexual), quiere hacerlo conmigo, a quien no conoce de nada, ni yo lo conozco a él. Y me habla de sentirlo de verdad. ¿Qué se supone que voy a sentir yo? ¿Tengo un botón que al pulsarlo se me enciende el deseo irrefrenable de dominar y someter al que tengo delante? Si así fuera aceptaría a todos los sumisos que se me acercan y encima sería la mujer más feliz de la Tierra. Pero no, no es así. Mi dominación no es un muelle ni un resorte, se despierta en casos concretos, solo con hombres que me interesan, me atraen y su sumisión es de tal naturaleza que alimenta mi deseo de dominarlos. Para que funcione nos tenemos que complementar, y si no, que pase el siguiente.
No tengo ni idea de si este hombre me va a resultar interesante, tal vez sea lo que siempre he buscado, pero... He dicho otras veces que no me guío por convenciones sociales. La edad a priori no es un impedimento, y como dije he quedado con chicos de 20 y con hombres de 60. De hecho, unos de los mejores candidatos que tuve tenía ya los 60 y pronunciaba en cada momento la frase exacta que yo necesitaba oír. Pero estamos hablando de un hombre sin experiencia real. Imaginemos que accedo y nos vemos. Puede ocurrir que esté tan ansioso por cumplir su sueño que se entregue a fondo, o puede pasar que por los mismos nervios no dé pie con bola. Hasta ahí, es lo mismo que le puede pasar a cualquiera que busque probarlo y quiera saltarse todos los pasos previos de conocernos. Pero además se trata de un hombre maduro, lo cual no es malo, tendrá experiencia y saber estar, aunque tampoco está garantizado, que muchos no maduran nunca. A lo que voy es que ya tiene una forma de ser difícilmente moldeable, y con eso no hay Ama ni ser todopoderoso que pueda.
Además, a saber qué espera o qué imagina sobre lo que puede ser un encuentro real con un Ama no profesional, la película que se habrá montado, la imagen que tendrá formada acerca de Amas de manual. O por la misma regla de tres, se conforma con cualquiera que se ponga un tanga de cuero y empuñe un látigo, por muy desfavorecida que sea. Vamos, que seguro que no me valora en su justa medida.
En definitiva, que ese encuentro puede ser igual de frustrante que con una profesional, y para mí, sería como un acto de caridad, pero ey, no soy una ONG, no es lo que busco; estar por lástima con alguien, aunque sea por una sola vez, no me parece honesto ni mucho menos satisfactorio.
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