Este tema da para muchos ríos de tinta, así que iré comentando en futuras entradas lo que opino de la posible difusión o divulgación de la D/s, centrándome en la Dominación Femenina en exclusiva. Quiero hablar de la clandestinidad, de si es positiva o no, y hasta qué punto influye en la vivencia personal de cada Ama o sumiso la visión que tiene la sociedad de todo esto, y qué imagen se transmite hacia el exterior y a través de qué fuentes. En el caso concreto de la Dominación Femenina la cosa “se complica” debido al papel que se espera que adopten hombres y mujeres por tradición patriarcal, sobre todo ellos. Más o menos eso y alguna otra cosa que se me vaya ocurriendo es lo que quiero comentar.
De fondo está, de manera casi indisoluble, la disyuntiva entre salir o no salir del armario-mazmorra, al menos con el entorno más inmediato e íntimo, y sobre todo, cuando se trata de entablar una relación, ya sea duradera o pasajera. Esa actitud que, tan tristemente, abunda, de ocultar esos deseos e impulsos innatos, dando por sentado que la otra persona no lo entenderá o lo rechazará como algo repugnante, creo que es tirar piedras sobre el propio tejado, y no se trata de montar un movimiento colectivo que reivindique el día del orgullo femdom, sino de algo a nivel más cotidiano e individual. Incluso cuando se busca una pareja igualitaria con ratos de juegos bedesemeros, lo lógico sería salir a la luz frente a un@ mism@ y luego ante la otra persona.
Voy a recuperar algunas palabras mías que dejé por aquí y en otro blog sobre esto. En este post salió el tema en los comentarios. Resalto este fragmento, por ser mi opinión, aunque hay más cosas interesantes:
Opino que la visibilidad sin banderas sería positiva. Creo que muchos se quitarían esa presión de poder ser señalados como enfermos si se conociera más a fondo en qué consiste el tema. Lo que ocurre también, en mi opinión, es que algun@s prefieren seguir escondidos, unos porque es un juego para ellos y la clandestinidad les aporta morbo o elitismo añadido, otros porque realmente se lo toman con extremos patológicos y ellos mismos reconocen que lo suyo roza o cae de lleno en lo malsano.
Añado ahora que, en mi caso, que ni es un juego ni una relación patológica, lo del escondite no tiene ningún sentido. No tengo nada de lo que avergonzarme ni necesito un plus de marginalidad.
De este otro blog y el debate que se produjo rescato esto:
La sociedad verá lo que le queráis enseñar los sumisos, cuando declaréis públicamente que os gustan las mujeres dominantes y no la protagonista de Las sombras de Grey, no se trata de hablar de sexo ni de intimidades, ni de ponerse a cuatro patas en una cena familiar.
En este otro comentario pongo un poco el dedo en la llaga acerca de ese círculo vicioso que se produce cuando el sumiso se queja de no encontrar Ama y al mismo tiempo oculta su sumisión donde ni él mismo puede verla.
Entonces, ¿salir del armario-mazmorra o encerrarse bajo 7 llaves? Cada uno que haga lo que quiera/pueda, claro, pero tal como está el tema, con los clichés que uniformizan la Dominación Femenina con el desconocimiento de la sociedad que todo lo engloba con la etiqueta sado, etc, opino que lo que haga cada cual a escala individual se traduce a un efecto más global, porque... ¿cómo va a adoptar un hombre/mujer un modelo que ni siquiera sabe que existe, cuando solo sabe que él/ella no es como los demás? En mi caso, el momento en el que todo terminó de hacer click fue gracias a descubrir que existía “parte complementaria” a lo que yo sentía/necesitaba. Y lo jodido del asunto es que tengas que meterte en clubs cerrados a buscar a tu alma gemela o bucear por una red plagada de tiburones que confunden la velocidad con el tocino o de aburridos que buscan el morbo de lo desconocido para jugar un rato a sacar su cara B de degeneración a espaldas de su ejemplar cara A.
En resumen, mi postura es que no se trata de contar con pelos y señales tu vida a nadie, pero sí de llegar a una naturalidad a la hora de ampliar el abanico en cuanto a las opciones sexuales y de modelos de relación existentes.
Desde fuera se ve la sumisión como una esclavitud empobrecedora, cuando, curiosamente, lo que se establece como socialmente aceptable es, para los que no encajamos con ese modelo, una losa que nos esclaviza a seguir como borregos lo pactado como normal. Lo alternativo a lo convencional es precisamente la libertad que necesitamos para realizarnos como mejor vaya con nuestra auténtica esencia.
En definitiva, me quedo con esa idea, con la libertad para expresar, sin miedo a la incomprensión y el rechazo, que tengo derecho a vivir mi vida sin seguir moldes impuestos por una sociedad monocromática. Que debería ser todo tan simple como decir, cuando te preguntan por tu vida de pareja, que tú tienes/buscas sumis@ o Am@, sin que miren alrededor como esperando al platillo volante que te devuelva a tu galaxia de pirados.
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