MIS LIBROS FEMDOM

09 noviembre 2013

Baila para mí




¿Soy la única que ve estas cosas?... Bueno, voy con el post. En el ballet clásico, cuando bailan juntos un hombre y una mujer, él ocupa un lugar secundario, cede el protagonismo, es un simple apoyo para realzarla a ella, que es la estrella absoluta. De hecho, la primera bailarina en una compañía es considerada como una mega diva, un ser que se mueve étereamente sobre las puntas de sus pies, rodeada por ese halo intocable que las acerca más al Olimpo de las Diosas que al suelo terrenal de las simples mortales.


Pero claro, dirán algunos, la otra mitad del par no se puede comparar con un sumiso, a no ser que sea uno del tipo sissy, y que lo de ser bailarín es de afeminados... Algo así como cuando se dice que un sumiso es poco hombre, ¿verdad?... Topicazos, nada nuevo. En la película Billy Elliot, el niño que aspira a ser bailarín en un entorno poco propicio se enfrenta a ese tópico de que bailar es cosa de nenas. Y él responde que hay que ser un auténtico atleta para elevarse en el aire, manejar a la bailarina, etc. Y añado yo, ¿qué tiene que ver lo que se tenga en la entrepierna para que te llene una cosa? Enésimo caso de la maldita presión social acerca de “lo normal”.

La foto lo deja muy claro. Hay que ser muy varonil y robusto para ser el sustento que la eleva a Ella al quinto cielo. Para el vídeo he escogido una escena con bastantes ingredientes de lo que comento, no falta ni rodillazo de él en tierra.


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