A raíz de consultas privadas y por los posts que sumiso pepa le está dedicando al asunto, entre otros motivos, voy a dar mi opinión sobre este tema, otro de los supuestamente obligatorios en cualquier decálogo femdom.
Ante todo, decir que me parece muy respetable, y que, como juego, es tan válido como cualquier otro, pero voy a explicar por qué me deja fría, por qué me parece que contiene ciertas incongruencias con la esencia de la Dominación Femenina, y por qué creo que, como en otras ocasiones, la DF parece un cajón de sastre donde se mete todo lo que no cabe en lo convencional. Es como cuando un hombre es apocado o pusilánime o de pene diminuto y automáticamente se le coloca, o se coloca él mismo, la etiqueta de sumiso.
No me atrae para nada un hombre que solo se realiza como sumiso a través de la degradación. Y esto de la feminización tiene, en bastantes casos, toda la pinta de ser justo eso. Vistamos al sumiso de mujer para humillarlo, porque hasta que no sea una puta no será todo lo sumiso que se puede ser... Es decir, volvamos otra vez a repetir el mismo esquema patriarcal de toda la vida, la mujer abajo del todo. Ridiculicemos al sumiso, a ese ser masculino que afirma adorar lo femenino, disfrazándolo precisamente de algo parecido a una mujer. Lo veo, cuanto menos, contradictorio, cuando no directamente opuesto a la idea de superioridad femenina, en la cual la sumisión femenina no tiene cabida. ¿Por qué convertir entonces al sumiso en sumisa para bajarlo al último escalón de la sumisión...?
Se supone que es por romper el ego de machito del sumiso. Pues bien, opino que, si tenemos que recurrir a este método, esto no es más que machismo a la inversa, o el mismo machismo de siempre pero encubierto. Por supuesto que hay que acabar con el ego del sumiso, pero prefiero otros métodos. Un sumiso que tiene el fetichismo de vestirse de mujer no tiene por qué ser menos machito cuando se quita las medias. A mí lo único que me sirve es bajarle los humos y recordarle quién manda, sin teatros ni parafernalias ni carnavales.
Otros sumisos no se sienten degradados sino reafirmados en su lado femenino cuando se disfrazan de mujer, lo cual, hasta donde yo sé, es lo que se ha llamado siempre travestismo. Y yendo un poco más allá, estaríamos hablando de transgénero, es decir, no solo vestirse de mujer, sino sentirse un poco o a ratos como una de ellas. Creo que en pocos casos se trata de una homosexualidad mal resuelta, aunque habrá de todo.
Lo del disfraz me recuerda a esta película. Él, actor en paro, se disfraza de mujer para conseguir un papel, convirtiéndose de paso en un icono feminista de la tele, y se relaciona con la chica de sus sueños desde ambas identidades, sobre todo desde la femenina (en la foto de arriba la tenéis). Cuando se descubre el pastel, ella se enfada pero al mismo tiempo le confiesa que echa de menos a su “amiga”, a lo que él responde que la tiene delante. Es como si haber estado en contacto con su lado femenino le hubiera enriquecido como persona. Dejo parte de los títulos finales porque me gusta el empujón que le da... Seguro que es el preliminar de lo que le espera para pagar por lo que hizo...
Este aspecto de la feminización me parece más interesante, aunque en mi caso personal no necesito que el sumiso se ponga una peluca y unos tacones. Pero esa faceta de reconocer su parte femenina sí me parece un elemento positivo, que se complementa con el hecho de que una Ama también deje asomar su lado más masculino. Y ojo, en este acercamiento entre géneros, opino que decir que lo femenino es el color rosa y lo masculino es el color negro, no es más que quedarse tristemente en la superficie. Que lo de ser mujer se reduzca a hablar de trapitos y maquillaje me resulta, si me apuran, hasta insultante para nuestra inteligencia.
Me refiero a algo más profundo, a cualidades, a características que se supone son exclusivas o más marcadas en cada género. Y la Dominación Femenina es la oportunidad perfecta para que esas distancias se acorten. Se trata de una relación de desigualdad y poder, en la que, al mismo tiempo, se equilibra la balanza entre sexos. El hombre puede mostrar su lado más sensible, vulnerable, débil, y la mujer puede mostrarse más firme, líder y fuerte.
Mención aparte merece la sissyficación, que es como la feminización pero unida a la servidumbre doméstica, o lo que es lo mismo, usar de chacha al sumiso. De esto, poco más que añadir a lo que comenté en el sumiso doméstico. Un hombre haciendo las labores puede hasta resultar sexy, pero disfrazado de esta guisa pierde mucho... Tengo que decir que los sissys me producen cierta ternura, y siempre que he hablado con uno me ha parecido ultra respetuoso, pero no es lo que busco. Quiero un sumiso que me provoque el deseo de arrancarle la ropa, y la verdad es que tocarle a través de un traje de estos solo puede hacer que mi libido caiga en picado.
En resumen, me gustan los hombres, con su masculinidad incluida. Si quisiera una mujer, me buscaría una, pero una de verdad.
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