MIS LIBROS FEMDOM

30 enero 2012

¿La sumisión se contagia?

Me comentaba un sumiso que sentía horror (palabra textual) ante la posibilidad de que la sumisión se extendiera a todas sus actividades. Espero que no haga falta aclarar que la sumisión masculina no es una enfermedad, es un RASGO, una característica, una tendencia; yo voy más lejos y lo considero una identidad sexual, siempre que sea algo que va más allá de una sesión bdsm. Por tanto no es un defecto, y si lo fuera, bendito es para nosotras las Amas. Y tampoco hará falta que diga que no se transmite por contacto o por el aire de persona a persona. Ahora que ha respirado tranquilo algún curioso-despistado que lea esto y esté temeroso de perder su supremacía masculina por el estornudo de un sumiso que pase por su lado, continúo...

Voy a empezar hablando por experiencia propia, porque se podría aplicar lo mismo a las Amas y preguntar si tener una identidad sexual dominante se contagia al día a día de nuestras vidas. Aunque, si releemos la última frase, creo que ya está todo dicho. Identidad sexual. Repito que de eso se trata. Para otras personas es un rol, un juego. La diferencia, en mi opinión, es la duración en el tiempo de la conducta; en todo contacto o comunicación con un sumiso, aunque sea en plan distendido, no se pierde nunca de vista que soy la que domina, así que para mí es identidad y no rol, porque lo mío es Dominación Femenina, no bdsm a secas. Pero sea como sea estamos hablando de una forma de relacionarse de manera sexual, y de manera más amplia, entre personas, o entre hombre y mujer en mi caso.


Entonces, ¿soy Ama las 24 horas? Con mi sumiso SI. Con el resto de la gente NO. Es como si una mujer hetero, por el hecho de gustarle los hombres, se fuese apareando por las esquinas con todos los hombres que encuentra. (Sí, puede darse el caso, pero una cosa no tiene por qué llevar a la otra y rara vez ocurre sin entrar en lo patológico). Es cierto que hay rasgos que pueden estar presentes en cualquier faceta diaria, como la firmeza al decir o pedir algo, por ejemplo.


Es difícil luchar contra la idealización por parte de los sumisos, que imaginan al Ama subida a tacones imposibles todo el día y con la fusta en el bolso, pero imágenes idealizadas aparte, es creencia común pensar que al menos se trata de una mujer que va pisando fuerte, que no se corta un pelo, que no se calla ante nada ni ante nadie. Y eso es más o menos cierto, aunque ya digo que cada mujer es un mundo, pero lo de un carácter fuerte, o firme, por tanto sí creo que es un rasgo generalizado. Por cierto, que firmeza y autoridad no están reñidas con ser sutil o incluso dulce. Yo soy... bueno, ya quedó claro, o convenientemente encriptado ejem, en aquella entrada sobre mí... Pero ampliaré, un poco, la información, que si lo cuento todo pierde la gracia para el que vaya a conocerme en persona. Tengo aspecto de tranquila y pacífica. Y lo soy, por lo general, pero como me toquen las narices un poco más de lo normal... arde Troya. Y firme soy, a rajatabla. Como diga que no, es que no, y me da igual que supliques, te arrastres o te hagas el harakiri delante mía (espero que esto último te lo ahorres por el bien de los dos).


De la misma manera, hablando ahora del sumiso, en su vida cotidiana puede ser atento y servicial con otras personas, lo cual no quiere decir que sea un arrastrado, ni que sea sumiso con ellos, es un rasgo de su personalidad sin más implicaciones. Pero deberá estar entregado, disponible, localizable (ay, esos sumisos que “se pierden” sin motivo o con excusas de ciencia ficción), todo el tiempo que lo requiera su Ama. Es decir, será sumiso con ella exclusivamente.

Obviamente cada sumiso tiene su personalidad. Los hay que son, e incluso presumen, de ser dominantes en su vida cotidiana. Mi experiencia con este tipo de hombres no ha sido muy positiva, porque parecían tener que demostrar que eran unos “hombres de verdad” fuera de su relación conmigo, que lo tenían que compensar de alguna manera. Y al mismo tiempo estaban conmigo para descansar de su papel de macho dominante, como jefes de su empresa, por ejemplo. Esto conecta con el tema de quitarse la presión social de hacer lo que se espera de un hombre mediante la entrega (a ratos) con un Ama que invierta los papeles con ellos. Si eso es lo que quieres que sea para ti, un antídoto, vete a un spa o apúntate a yoga, porque ni soy lo que buscas ni eres lo que quiero.

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